viernes, 25 de noviembre de 2011

Perfil del desarrollo productivo en Amecameca durante la modernidad

Para entender la transformación que ha tenido el centro urbano de Amecameca es necesario hacer un recuento de los hechos históricos relacionados con las actividades productivas de la población.


La palabra Amecameca, que originalmente fue Amaquemecan, proviene del idioma náhuatl o mexicano. Sus raíces son los vocablos amatl, que quiere decir papel; queme, que significa señalar o indicar y can que se traduce como lugar. Por lo tanto, Amaquemecan significa “el lugar donde los papeles señalan o indican”.


Los primeros habitantes en el valle de Amecameca datan del periodo formativo temprano que se caracterizó por la subsistencia que se basa en la agricultura de maíz principalmente, y que obligó a la población a residir en pequeños poblados o aldeas aunque sea dispersas. De hecho, este patrón disperso continuó hasta el período Azteca tardío cuando alrededor del 90 por ciento de la población vivía en la región de Amaquemecan.


Cabe mencionar que mucho tiempo antes de la conquista española (1530), Hernán Cortés, otros encomenderos y algunos funcionarios de la ciudad ya cosechaban allí trigo, además de que desarrollaron la cría de ovejas y mulas. De hecho, esta región desempeñó en la historia del altiplano de México, un importante y complejo papel comercial con respecto a las ciudades de Tenochtitlan y Teotihuacan.


Con respecto al contexto regional histórico, Amecameca está localizada en la antigua región Chalco-Amaquemecan (ver imagen 5), conjuntamente con los actuales municipios de Atlautla, Ayapango, Cocotitlán, Chalco, Ecatzingo, Juchitepec, Ozumba, Temamatla, Tenango del Aire, Tepetlixpa, Tlalmanalco y Valle de Chalco Solidaridad. Esta ubicación se consideraba estratégica, ya que representaba el paso entre el Valle de Cuautitlán-Texcoco y el Valle de Cuautla-Yautepec del Estado de Morelos.


Antigua región Chalco-Amaquemecan

Fuente: www.df.gob.mx. Imagen Editada


El primer grupo de chichimecas que se estableció en Amaquemecan arribó en el año de 1268; estos eran llamados totolimpanecas. Posteriormente llegó otra casta de la misma raza y, junto con su líder Atonaltzin, conformaron los barrios denominados Itztlacozauhcan y Tlayllotlacan Amaquemecan.


En 1269 el grupo chichimeca de los tenancas, pobló los barrios de Tzacualtitlan Tenanco Amaquemecan y Atlauhtlan Tzacualtitlan Amaquemecan; ambos grupos ejercieron el mando en sus propios territorios y a sus fundaciones las llamaron: Chiconcuac (siete serpientes) y Atlauhtlan (entre barrancas), respectivamente. En 1336 un nieto de Atonaltzin, fundó el quinto barrio de Amaquemecan con el nombre de Tlaylloltlacan Teohuacan. Cabe mencionar que hasta entonces, los amaquemes practicaban ritos religiosos en templos urbanos y adoratorios que ellos mismos construían en las cimas de las colinas y en cavernas.


La región Chalco-Amaquemecan tenía desde entonces ciertas características que favorecieron a una expansión de la colonización; entre ellas están su cercanía con la actual ciudad de México, la importancia de sus centros políticos pre-coloniales, la alta densidad de su población, su situación alrededor del sistema lacustre y sobre todo, su posición estratégica, de ahí que tuviera gran producción agrícola durante la época prehispánica.


Otra de las razones por las que la región de Chalco-Amaquemecan fue un punto de confluencia para estas dos ciudades antiguas, es que desempeñó desde época temprana cierto control del sistema hidráulico, el cual sustentaba la economía de toda la zona, principalmente con el caudal del río amecameca que nacía en los deshielos del volcán Iztaccíhuatl, y que servía para abastecer el servicio doméstico de los habitantes, además del riego de las parcelas a las cuales se destinaba.


En 1465, los mexicas conquistaron a los chalcas, reemplazando a los soberanos chalcas con gobernadores militares, apoderándose de las tierras agrícolas para la manutención de los nobles mexicas, y transformando a varias sociedades en una provincia tributaria y administrativa, la cual tenía a la cabeza a Tlalmanalco como ciudad-estado. Así Amaquemecan y Chalco vinieron a ser parte del sistema azteca, participando con las otras dependencias del valle de México en guerras que sucedían fuera del valle.


Hasta antes de 1519, en Amaquemecan el modelo más común del soberano fue el de la sucesión del padre al hijo, pero también hay evidencia de que si un hijo no podía o no debía aceptar el cargo, el título iba a un hijo más joven, o a un hermano del soberano.


A partir de la llegada de Hernán Cortés en esta región, que ya contaba con cerca de 20 mil habitantes, se reconoce a un soberano o señor que era quien administraba todas las tierras. También los franciscanos comienzan a evangelizar la región, provocando con ello dos fenómenos sobresalientes: 1) en 1567, en el cerro del Sacromonte, lugar en donde los pobladores prehispánicos adoraban al Dios Tezcaltlipoca, se inició la construcción de una Iglesia que acogería la escultura de un Cristo negro realizado en pasta de caña de maíz, y 2) la región Chalco-Amaquemecan deja de existir como tal para convertirse en Amecameca. Aunque en principio conserva el mismo territorio, posteriormente se dan las subdivisiones entre diversas zonas internas que se van convirtiendo en localidades independientes.


A 13 años de la conquista española la tierra comenzó a dividirse en haciendas. De hecho, el rey Carlos I otorgó la Hacienda de Panoaya (ver foto 1) al primer cacique de Amecameca, Pedro Páez Izital.


Fachada principal de la hacienda de Panoaya.

Durante los siglos XVI y XVII, la hacienda fue la institución económica central de México, y su desarrollo se basó en la expansión del latifundio y la multiplicación de ranchos que se localizaban entre los pueblos indígenas y las tierras de la comunidad, teniendo como principal finalidad el abastecimiento del mercado de la ciudad de México.


Las tierras otorgadas a indios y a españoles durante los siglos XVI y XVII mediante mercedes reales fueron adquiriendo diversas modalidades. Las de los indios conservaron su calidad de concesiones públicas; en cambio, las de los españoles se convirtieron en propiedades privadas, dando lugar a la concentración de grandes extensiones de tierra, pero sobre todo al aumento del valor del suelo.


Su funcionamiento estuvo a cargo de mayordomos o arrendatarios, quienes tenían contacto con los indígenas y no con los hacendados. Estos últimos solamente fungieron como empresarios, ya que estaban aislados de la sociedad indígena por su riqueza, costumbres, preferencias y cultura.


Cabe mencionar que, al igual que en la época prehispánica, todo su sustento se basaba en la producción de maíz y trigo principalmente, pues los arrendatarios utilizaban a los agricultores nativos por su amplio conocimiento en el tratamiento de las plantas, la tierra y el agua, de tal forma que empleaban su fuerza de trabajo de manera casi ilimitada. Sin embargo, de acuerdo a las condiciones en que vivían los habitantes durante esa época, podían cultivar además otro tipo de plantas, entre las cuales destacan los magueyes para la producción del pulque.


Por otra parte, las donaciones virreinales y las disputas legales sobre la posesión de las tierras fueron las que determinaron los límites de la mayoría, con respecto a la propiedad indígena privada, dando como consecuencia el decaimiento del comercio indígena, así como la manufactura y el trabajo, a la vez que se elevaron los precios de la carne, del trigo y de los frijoles.


Aun con este tipo de dificultades, las haciendas representaron para los indígenas una fuente adicional de ingresos, dado que les proporcionaba un empleo temporal, sobre todo para aquéllos que habían perdido sus tierras; pero los hacendados también eran beneficiados, ya que al incrementar en gran número a sus trabajadores, su dinámica de producción se hacía cada vez más fuerte.


A partir de entonces, Amecameca se consolidó como un importante paso para los viajeros y comerciantes que hacían escala en este lugar, ya que allí multiplicaban sus ventas.


Ya para el año de 1599, Amecameca contaba con 13 dependencias y su territorio medía dos leguas (8380 m) de norte a sur y cuatro o cinco leguas (16,760 a 20,150 m) de Este a Oeste, las cuales sumaban un área de aproximadamente 128 km2. Sin embargo en el año de 1606, comienzan a separarse todos los pueblos que pertenecían a Amecameca, desintegrando así la antigua región que todavía existía. A partir del 20 de mayo de 1833 Amecameca es integrada a la prefectura del Este de México, distrito de Chalco.


El 14 de noviembre de 1861, el gobierno del Estado de México decretó que todas las cabeceras de los distritos de la entidad obtuvieran el título de villa. Amecameca no era en ese entonces cabecera de distrito, sin embargo la importancia de su historia, su comercio y todo lo que ella era, aún en el ámbito político y cultural, la llevaron a que se incluyera en el grupo de nuevas villas.


En 1871, fue nombrado vicario de Amecameca el sacerdote Fortino Hipólito Vera y Talonia, quien desarrolló obras y empresas culturales importantes. También fundó la escuela politécnica, en la cual se instruyeron sacerdotes, ingenieros, relojeros, pintores impresores y encuadernadores. Asimismo, estableció una imprenta en la parroquia de la Asunción que llamó primero Imprenta Católica y después Imprenta de Colegio Católico, por haber unido a la institución religiosa y cultural.


Finalmente, en el decreto del 23 de abril de 1877 se le otorga el nombre de Amecameca de Juárez -lugar donde se reverencia al de la vestidura de papel- y se convierte en municipio.


Durante el Porfiriato, Amecameca fue escenario de algunos proyectos de industrialización que la incorporarían dentro del ámbito de la modernidad. Los primeros eventos que sucedieron a este movimiento fue el establecimiento de algunas industrias, movimiento que se presentó desde las dos últimas décadas del siglo XIX y hasta el año de 1910; entre las industrias más importantes destacan: la industria cervecera, la fábrica de telas de algodón de Tomacoco, el molino de trigo de la Harinera de Amecameca (ver foto 2), algunos aserraderos y talleres de talabartería, alfarería y cerería, etc. De hecho una de las industrias más importantes de toda la región fue la fábrica de papel San Rafael, ubicada desde 1892 en las faldas del volcán Iztaccíhuatl.


Edificio de la Harinera de Amecameca hasta el año 2000

Cabe mencionar que la mayoría de estas industrias utilizaban el agua del río Amecameca para realizar sus actividades cotidianas, y pagaban una cuota mensual al ayuntamiento local, pues hasta 1922, el agua fue propiedad del municipio por decisión de los virreyes que en la época colonial la entregaron a dicha jurisdicción.


Con este proceso de industrialización, las haciendas propiciaron la proletarización del campesino con la consecuente modificación de las relaciones sociales y sus repercusiones en la fuerza de trabajo.


Además, junto con el desarrollo industrial se introdujo el uso del ferrocarril como medio de transporte para el traslado de la producción generada en esta zona, el cual es aceptado inmediatamente por las grandes industrias, y en especial por el molino de trigo que se encuentra en el centro urbano.


Las dos empresas ferroviarias que instalaron sus servicios en Amecameca son: el Ferrocarril Interoceánico que, desde 1880, contaba con una estación para carga y pasajeros ubicada detrás de la actual Av. Fray Martín de Valencia; la segunda fue la empresa San Rafael y Atlixco que comenzó a operar en 1898, y que contaba con derivaciones directas a la papelera San Rafael y a la Harinera de Amecameca.


En los inicios del siglo XX, la región de Amecameca presentaba características más o menos parecidas con otras regiones del valle de México, en las que la tierra laborable estaba en manos de unos cuantos hacendados, quienes poseían grandes extensiones. Algunas haciendas como las de Tomacoco, Coapexco y Panohaya, contaban todavía con más de 2,500 hectáreas que ocupaban para la agricultura y la ganadería.


Sin embargo desde 1914 y hasta 1917 Amecameca se convirtió en un importante refugio del Ejército Libertador del Sur comandado por Emiliano Zapata. Muchos de los obreros de las empresas ferrocarrileras se unieron al Plan de Ayala, lo que permitió el control de las principales vías férreas que ya existían.


Pero existía ya otra problemática relacionada con el uso del agua. La empresa del Ferrocarril San Rafael dejó de pagar el derecho del agua y escribió un oficio de protesta contra el ayuntamiento de Amecameca, al querer cobrarle una cuota mensual por el uso del agua del río Amecameca, en el cual declaraba que las aguas eran de jurisdicción federal. De hecho el gobierno federal emitió un comunicado dirigido al ayuntamiento municipal en el que se le aclaraba que, en efecto, la propiedad de las aguas había cambiado y que ahora el uso de dicho recurso requería de una concesión.


Este fue el siguiente conflicto mediante el cual los habitantes manifestaron que la ciudad se estaba manejando por parte de la papelera San Rafael que era la industria más grande de la región; se decía que tal decisión respondía a un proyecto federal de apoyo para extender su mercado, y desde luego, su capital.


El primer efecto que tuvo esta decisión fue el retiro temporal de la mayoría de las fábricas que ya operaban desde hace años, y con ello se generó una crisis para la clase trabajadora que, después de muchos años fuera de sus tierras, tuvieron que regresar a realizar actividades agrícolas. Pero para esas fechas la población ya había aumentado y las pocas tierras que les quedaban no eran suficientes para mantener a todas las familias, por lo que muchas de ellas comenzaron a explotar los bosques.


En 1925, el gobierno federal publicó un nuevo decreto en el que prohibía la tala de los bosques, provocando un nuevo conflicto: la propiedad de la tierra.


Se llevaron a cabo diversas luchas sociales en las que se pretendía aclarar sobre los límites que tenía el municipio, dentro de los cuales cada familia podía explotar sus terrenos a su propia conveniencia. Para aclarar este asunto se volvió a convocar al gobierno federal, a la vez que se hizo un croquis (ver imagen 6) en el que se indicaban cada uno de los linderos.


Linderos aproximados de los terrenos de Amecameca, en 1891 Fuente: Aboities, 1999.



Tal solicitud tenía un propósito en particular:


…ampliar la superficie laborable, al mismo tiempo que se trataba de recuperar los terrenos que habían perdido en los siglos anteriores. En consecuencia, más que restitución o dotación, lo que exigían era el reconocimiento de los terrenos otorgados desde la época colonial. Pedían lo que consideraban que había sido suyo (Aboities; 1999).


Finalmente, la reforma agraria mexicana que había iniciado desde 1917 planteó el reparto de las tierras, en la cual no se aceptaba el despojo de terrenos realizado por parte de los hacendados, pero además se imponían algunas modalidades para dotar las tierras, terminando en 1925, con el primer reparto agrario en el cual desaparecieron muchas haciendas, para dar paso al ejido.


El reparto de las tierras se fue dando paulatinamente en todo el municipio, pero el 15 de octubre de 1947 se dio un hecho importante:

…el presidente Miguel Alemán firmó un decreto que establecía una unidad industrial de explotación forestal en 19 municipios de los estados de México, Puebla y Morelos a favor de la fábrica de papel San Rafael y Anexas. Esa unidad era una explotación gigantesca para surtir de materia prima durante 60 años a la fábrica de papel, en vista de la incapacidad del mercado mundial para satisfacer la demanda interna. El decreto formalizaba una autorización provisional otorgada en tiempos de la guerra para explotar los bosques del Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Por utilidad pública el Ejecutivo federal determinaba echar a andar una explotación forestal moderna y tecnificada para surtir de modo exclusivo a esa compañía industrial. El fomento a la industrialización era prioridad indiscutida, y más cuando la demanda de papel crecía a una tasa de 10% anual… (Aboities; 1999).

Pero además se concedió permiso a las demás industrias que comenzaron su operación durante el porfiriato para utilizar los recursos naturales, específicamente los bosques, en provecho de la economía nacional.


Es por ello que la primera mitad del siglo XX fue un período de gran crecimiento demográfico, por las nuevas oportunidades que ofrecía el sector industrial en el municipio; es decir, que el crecimiento demográfico estaba directamente relacionado con la presencia de las fábricas:

La importancia de la fábrica San Rafael también se observa siguiendo la demografía. Entre 1900-1950 la población total del municipio de Amecameca creció poco, muy por abajo del aumento estatal: de 11 408 a 13 519 habitantes. Además, entre 1910-1940 la población municipal fue menor a la de 1900, lo que se repite en casi todos los pueblos del municipio. En contraste, la localidad de San Rafael pasó de 860 en 1900 a 6 109 habitantes en 1950. Parece que la población se comportaba en sentido inverso, es decir, mientras que los pueblos perdieron habitantes entre 1910-1940, la fábrica los ganó. Para 1950 el crecimiento demográfico se modifica y favorece por igual a la fábrica y al municipio. Sin duda, esta visión impresionista del comportamiento demográfico local es indicio de la influencia de la fábrica… (Aboities; 1999).

Desde que se comenzó el reparto agrario en 1925, el espacio urbano de Amecameca se encuentra en constante crecimiento. Una de las causas que favorecen esta transformación es su relativa cercanía con la capital del país que, como ya se ha mencionado en párrafos anteriores, permite que buena parte de la población se traslade diariamente a la ciudad de México para trabajar, o bien, para abastecerse de productos que posteriormente son ofrecidos en el mercado local del municipio.


Igualmente, su estructura urbana siempre ha estado determinada por la carretera federal México-Cuautla (ver foto 3), que atraviesa longitudinalmente por el área urbanizada de todo el municipio. Por tanto, su crecimiento en un principio se dio principalmente hacia el oriente, abarcando la zona de terrenos agrícolas, mientras que hacia el lado poniente había sido casi nulo debido a la barrera física que representaba el Cerro del Sacromonte.


Cabecera Municipal de Amecameca, vista desde el Cerro del Sacromonte



Es necesario resaltar que en la actualidad la zona de Chalco e Ixtapaluca, es una de las franjas receptoras de población migrante, así como de establecimiento de industria maquiladora, por lo que el crecimiento de población se dirige hacia la rápida incorporación a la mancha urbana que representa la zona metropolitana de la Ciudad de México, trayendo consigo un desplazamiento de las actividades tradicionales, por nuevas prácticas populares que realizan los nuevos habitantes. La razón de los asentamientos que se dan en esta zona, es porque ambos municipios se encuentran dentro del corredor urbano que actualmente se proyecta en el estado de México, pero además porque responde a un estudio de mercado hecho por las mimas empresas que respaldan su ubicación.


Por otra parte, dentro del ámbito productivo, el comercio ha sido la actividad económica primordial en Amecameca, el cual representa más de 90 giros diversos que se concentran en las calles más importantes de la cabecera Municipal. También se cuenta con un mercado municipal que ha abastecido la demanda popular, además de un pequeño mercado de artesanías y dulces, y un tianguis alterno que se ubica en la calle de Abasolo dos días a la semana.


Debido al impacto de la crisis económica sufrida en la década de 1990, las actividades industriales comienzan a desaparecer. Las principales fábricas que se pueden nombrar hasta ese tiempo son todavía la harinera de Amecameca, la fábrica de zapatos Sandak, una fábrica productora de alimentos para aves, otra fábrica de inyectado de plásticos, talleres maquiladores de ropa y calzado, etc; mismas que para el año 2000 desaparecen casi totalmente.


Desde entonces la producción industrial deja de ser significativa en la localidad, puesto que solamente se localizan un área que corresponde a la maquiladora de ropa que se localiza a la entrada de la localidad, sobre la carretera que conduce a la ciudad de México.


Este fenómeno también es relevante para los habitantes, sobre todo para quienes laboraban en ellas, pues ahora tienen que buscar otro tipo de trabajo fuera de la localidad, alterando de esta forma sus costumbres debido a que las máquinas modernas han cambiado considerablemente durante los años que separan a los modernistas del siglo XIX de nosotros. (Berman, 1986: 27)


Al mismo tiempo, comienzan a establecerse algunas cadenas comerciales como Elektra, Bodega de Remates, Singer y Coppel entre otras, que instalan sus tiendas en el centro urbano con una imagen no tradicional para la ciudad de Amecameca, y que se valen de diversos recursos de publicidad y de mercadotecnia como la radio y la televisión para atraer a los consumidores.


De todas ellas, la que más logra adaptarse hacia los habitantes es la Elektra (ver foto 4), que al establecerse a sólo 200 metros de la “Nueva York”, una tienda que ofrecía muebles y aparatos electrónicos y que era la más importante hasta esa década, provoca su desaparición de este municipio viéndose en la necesidad de buscar oportunidad para instalarse en algunos municipios colindantes.


La tienda Elektra se ubica en la avenida Hidalgo, una de las vialidades principales.



Desde entonces, el centro urbano de Amecameca está representado principalmente por el parque municipal que sigue funcionando como el único sitio de comunicación, no solo entre las diferentes zonas y secciones (barrios) de la cabecera municipal, sino incluso de las comunidades aledañas, a la vez que continua albergando prácticas sociales que tienen mucho que ver con el descanso y la convivencia familiar, las cuales han sido favorecidas por la remodelación del parque que se llevó a cabo en el año 2004, y por la creciente realización de eventos cívicos y sociales que se practican allí.


Finalmente, en octubre del año 2004, como efecto de un proyecto de modernización incluido en el plan de desarrollo Urbano para el período 2003-2006, se comienza a demoler parte del edificio que ocupara la Harinera de Amecameca con la finalidad de construir una tienda de autoservicio por parte de la cadena Wal-Mart. Este fenómeno provocó cierta inestabilidad emocional en los habitantes y visitantes, que fue manifestada de diversas formas.


Por otra parte, de las 471.43 hectáreas que tiene la cabecera Amecameca en su área urbana, aproximadamente 16 corresponden al uso habitacional, encontrándose disperso dentro de toda la localidad, la cual incluye un centro urbano y aquellas áreas que están destinadas para alojar al equipamiento urbano local. Asimismo, se encuentra dividida en seis secciones que están denominadas de la siguiente manera: a) Sacromonte, b) Panohaya, c) Iztaccíhuatl, d) Rosario, e) Atenco, y f) Popocatépetl.


Barrios o secciones de la localidad de Amecameca de JuárezFuente: elaboración propia con imagen de PMDU Amecameca, 2003-2006.


De acuerdo al censo de población y vivienda llevado a cabo por el INEGI en el año 2000, se presenta que las características de la vivienda en su mayoría son construidas con materiales habituales, siguiendo la línea del tipo de vivienda que existe en la localidad, las cuales son en su mayoría unifamiliares, y que ya nada tiene que ver con las viviendas vernáculas que se construían todavía hasta las primeras décadas del siglo XX. Por lo tanto, en el proceso de edificación de la vivienda se considera el recurso de la autoconstrucción en un 90%, en el cual existe una adecuación de acuerdo a las necesidades de cada familia.


Por su ubicación geográfica, el clima y su orografía, el municipio cuenta predominantemente con uso del suelo forestal que abarca una superficie de 9,202 hectáreas; el segundo lugar lo ocupa el agrícola de temporal con 5,762 hectáreas; el tercero es el agrícola de riego con 727 hectáreas; en cuarto lugar está el uso urbano con una superficie de 693 hectáreas; el quinto lo ocupa el pecuario con una superficie de 664 hectáreas; el sexto es el de erosión con 600 hectáreas; y al último otros usos no especificados que ocupan 524 hectáreas.


División del suelo en Amecameca. Fuente: elaboración propia, en base a datos de SAGARPA y del PMDU Amecameca, 2000-2003.



De acuerdo a los datos anteriores, el principal uso del suelo es el forestal que representa el 50.64% de la totalidad del territorio; sin embargo, esta superficie se va disminuyendo conforme se incrementa la erosión y como consecuencia se va incrementando el suelo agrícola y urbano. Este último representa solamente el 3.30% del total de la superficie.


Pero además existe una clasificación del uso del suelo que otorga el Plan de Desarrollo Urbano del municipio, y que se representa en la imagen 9; nótese también la ubicación de la tienda de autoservicio que está a un lado del centro urbano, dentro de un predio que hasta el 2004 conservaba su uso industrial.


División del uso de suelo en la localidad de Amecameca de Juárez.Fuente: PMDU Amecameca, 2000-2003, imagen editada.


Tanto por la definición y la delimitación que se presenta en el Plan Municipal de Desarrollo Urbano (2003), como por las funciones que allí se realizan, el centro urbano (ver imagen 10) es el sitio donde se concentra la mayoría de los usos comerciales que se localizan alrededor de la plaza constitucional de la localidad. En el caso del equipamiento, existe una saturación que se encuentra también en este espacio, aunque no propiamente alrededor de la plaza central. Los espacios que provocan la mayor afluencia de personas, al menos hasta antes de la apertura de la tienda de autoservicio, son el mercado municipal y el tianguis, espacios que simplemente no cuentan con el espacio necesario para el estacionamiento de vehículos particulares, generando caos en las dos avenidas principales que se encuentran dentro de la localidad.


Aun así, el proceso de crecimiento que se da en la cabecera municipal, se presenta en mayor medida hacia las zonas agrícolas, integrándose éstas al área urbana por medio de pequeñas zonas de viviendas, en las cuales se establecen nuevas pequeñas manzanas que se integran las ya existentes.


Delimitación del Centro Urbano de Amecameca.


Por su parte, la comercialización de la tierra no se da en gran escala, ya que los propietarios de la tierra no fraccionan sus parcelas, sino que venden a conocidos o familiares. Esto es porque la oferta de vivienda que se presenta es poca, mientras que la demanda es solo por parte de la población local, quienes van cubriendo sus requerimientos mediante la redensificación de sus predios, o bien, mediante la adquisición de terrenos con una superficie promedio a los 600 m2


Además, estas zonas no representan la gran necesidad del hábitat que tiene la población de las grandes ciudades, en las que hay una obsesión por ofrecer y adquirir terrenos baratos que originan la desorganización urbana y la alteración del proceso de crecimiento planificado que, a su vez, ocasionan desorden en el uso del suelo. Sin embargo, a causa de la construcción del circuito exterior mexiquense, existe la posibilidad de que empresas constructoras de vivienda multifamiliar adquieran terrenos en áreas agrícolas para urbanizarlas, utilizando al centro comercial como significado de la disponibilidad de servicios dentro de la zona, lo cual nos lleva a problemas más serios para la dotación de servicios de infraestructura por parte del gobierno municipal.


Todos estos procesos son los que dan paso a la caracterización de la ciudad de Amecameca como un suburbio de la ciudad de México, determinada por el nuevo nivel de vida que se ofrece en ellos, y que está representado por el consumismo, a la vez que por la marginación y discriminación que provocan este tipo de fenómenos.